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Señales de alarma para saber si abusas de la tecnología

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Son muchos y de distinta naturaleza los indicadores de que podemos estar desarrollando una relación preocupante de dependencia con el uso de Internet y las redes sociales. Estos son los más notorios:

  • Uso excesivo en términos cuantitativos, en cuestión de tiempo. La persona permanece conectada una enorme cantidad de tiempo. Se entiende por excesivo todo lo que resulte desproporcionado o implique retirar tiempo y atención a otras actividades cotidianas necesarias, saludables o recomendables.
  • Uso de la tecnología como función sustitutiva de otro tipo de herramientas. La tecnología como única o principal ventana al mundo, en lugar de recurrir a otro tipo de actividades o a otro tipo de interacción social que, de un modo u otro, se rehúye.
  • Descuido de áreas de vida significativas por atender al mundo virtual. Es decir, desatención de los pilares básicos de nuestra vida como la familia, el trabajo, lo académico el mundo social y relacional, el cuidado personal, etc.
  • Uso compulsivo. O necesidad constante, casi constante o invasiva de realizar comprobaciones acerca de notificaciones de juegos, notificaciones de recepción de mensajes, número de ‘likes’ recibidos, etc.
  • Miedo subjetivo, pero genuinamente experimentado ante la desconexión. Miedo o ansiedad ante la idea de no llevar el móvil encima, miedo excesivo a perderse algo de información o una actualización inmediata por no atender a las redes de manera casi constante y sostenida a lo largo del día (el conocido como FOMO; Fear Of Missing Out), pudiendo llegar a la evitación o huida de espacios y lugares en los que no hay posibilidad de conectarse a internet.
  • Aparición de comportamientos directamente perjudiciales para uno mismo. Es decir, aparición reiterada, no ocasional, de conductas imprudentes, temerarias o negligentes (es más que un descuido de áreas de vida significativas) con tal de ejecutar comprobaciones: peligro al volante, descuido de niños pequeños, incursión en cualquier tipo de riesgo innecesario, etc.

A estas alturas quizá algunas lectoras se estén preguntando cuándo puede ser conveniente pedir ayuda profesional… En el mismo momento en el que uno detecta cualquiera de las señales de alarma arriba mencionadas es importante buscar ayuda. Contrariamente a lo que tendemos a pensar (el famoso “yo lo controlo” o “yo puedo solo”), los problemas de adicción, como otros muchos problemas psicológicos, no solo no se resuelven solos, sino que tienden a cronificarse y el paso del tiempo tan solo conlleva un empeoramiento tanto en la salud física y mental de la persona como en el buen pronóstico de su tratamiento.

¿En qué tipo de personas suelen darse con más frecuencia los problemas de dependencia tecnológica?

Hay una mayor vulnerabilidad entre los jóvenes, por lo adictivo de la inmediatez y la enorme necesidad de aprobación social en edades en las que la personalidad sigue en construcción, y en las que la tolerancia a la incertidumbre brilla por su ausencia y el cortoplacismo en la búsqueda de refuerzos guía el comportamiento de manera muy potente.

Además, existen otros factores de riesgo que nos hacen especialmente vulnerables como la dificultad para el despliegue de habilidades sociales, un diagnóstico previo de fobia social, la susceptibilidad ante la presión grupal, la falta de apoyo social, la carencia de espacios seguros en el entorno familiar o a nivel más extenso, o el advenimiento de cualquier hito vital significativo que nos sumerja en una situación subjetiva de soledad, sensación de rechazo o pérdida.

Y si tengo un problema…, ¿cómo puedo abordarlo?

Es importante hacer esfuerzos activos por cuidar a quienes nos rodean, por cultivar los vínculos sociales y afectivos, apoyándonos en lo telemático solo para propiciar y mantener el contacto físico, la contención emocional y los espacios comunes.

Nunca debemos descuidar lo más obvio o lo más nuclear, que suele ser la familia de origen y la familia construida, y hacer de la convivencia estrecha con ellos un escenario de calidad.

Conviene buscar activamente, de vez en cuando, ‘escenarios libres de tecnologías’, puede tratarse de fines de semana o ventanas de tiempo a lo largo del día, en los que esforzarse por entrenar formas alternativas de comunicación social y también de entretenimiento (lectura, escritura, charlas, juegos tradicionales, juegos de mesa…) que no conlleven el uso de tecnologías ni requieran de conexión a internet.